Las cosicas de ROCKDELUX

Hace tiempo que ROCKDELUX me resulta una reunión de carcas pedantes más interesados en demostrarnos lo poco que sabemos que en hablar de forma natural de música. Por eso les encantan las propuestas de los estilos más anquilosados, nos recomiendan los grupos más extraños (que a la larga acaban siendo insignificantes) y nos desprecian por gustarnos bandas mayoritarias (no por ello malas). Como intento ser consecuente con mis ideas, sólo compro la revista cuando el CD es atractivo o habla de grupos que me interesan, es decir, casi nunca. Pues bien, como últimamente me ha dado por escuchar música garaje de los 60 (The Sonics, The Gories, The Seeds...) me compré el número de septiembre porque lo acompañaba un CD del sello Munster, lo que me ha servido para comprobar que añaden otro pecado más a su larga lista. A su doble vara de medir (si eres un grupo de country o folk puedes estar sacando el mismo disco durante décadas, pero como seas un grupo “normal” no te lo van a perdonar) o a sus “donde dije digo, dije Diego” (grupos que hace cinco años consideraban estupendos de la muerte se convierten en “sobrevalorados”) entre otras faltas, suman ahora la exaltación desmedida de la novedad.
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El reportaje principal de la revista es un informe sobre el “nuevo indie nacional” centrado en la escena de Barcelona (el número de octubre es para la escena de Madrid) donde nos comunican la buena nueva: Que El Guincho es el Mesías y que hay un buen puñado de bandas más a la altura de su divinidad. Nos hemos pasado media vida riéndonos del NME y demás medios británicos por vendernos cada semana el nuevo mejor grupo del siglo y nos viene ROCKDELUX con lo mismo. A ver, yo he disfrutando con El Guincho como el que más, soy conciente de que ha tenido cierta repercusión fuera de nuestras fronteras, va a telonear a Vampire Weekend en el Reino Unido (banda de tercera) y tiene fechas en USA (tampoco es tan difícil, otra cosa es ganar dinero en USA con dichas fechas) pero de ahí a pintarlo como un genio llamado a revolucionar los cimientos del indie patrio hay un trecho. No debemos olvidar que la incursión del indie en la música tropical-latina-africana ya viene haciéndose un par para acá y que la utilización del sampler como instrumento compositivo, además de sembrar dudas sobre el concepto de creador de El Guincho, no es ni mucho menos una novedad. Los otros dos grupos especialmente subrayados por la revista son los experimentalistas Les Aus (la experimentación a veces una excusa para no hacer canciones) y Cuchillo que son como un animal disecado, bellos pero muertos.

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En el mismo número en el que se eleva a los altares a grupos con un disco sin originalidad ni repercusión, leo la crítica más agresiva, insultante y despectiva que se haya escrito en ROCKDELUX dedicada al recopilatorio de RADIOHEAD, es decir, a uno de los pocos grupos grandes que han hecho algo en los últimos quince años. La guinda es que la mejor canción para el crítico es “Creep” y se queda tan ancho. Ya no hay duda, quienes escriben en dicha revista no hablan de música hablan de ellos.