Entre tanta electrónica, pop orquestado y folk, se nos olvida que hubo una época en la que SONIC YOUTH eran dios, PAVEMENT el hijo y PIXIES el espíritu santo. Pues bien, el apóstol Santiago fue EL INQUILINO COMUNISTA. Ya nadie se acuerda de los de Getxo, lo cual supone obviar a la mejor banda de noise-rock noventera que hubo en este país. Tal vez si hubieran atendido a las voces de sirena de las multinacionales que querían hacer caja con la explosión indie española de principios de los 90 la cosa hubiera sido distinta, pero ellos prefirieron militar en el amateurismo hasta la desaparición. Bueno, da igual, aquí estoy yo para homenajearles y vosotros para desempolvar sus discos o descubrirlos.
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No hay canción mala en este disco, todo suena como tiene que sonar, duro y a la encía, con esas guitarras chirriantes, el bajo seguro y la batería sonando como si la estuvieran tocando en el salón de tu casa. Y melodía, mucha melodía. Por cierto, el bajo de “The Fall” no os suena al de “jumping someone else´s train” de THE CURE. No sé, igual son cosas mías.
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