Hacer una canción enorme sólo con la voz y poco más está al alcance de unos pocos vocalistas. La islandesa (quien fuera miembro de Mùm en directo) pertenece a ese selecto club de cantantes que son capaces de parar el mundo, de suspender el tiempo únicamente haciendo vibrar sus cuerdas vocales. Pues imaginad si encima se junta con otra miembro de ese club, Björk: Con una joya como ‘Surrender’ ya os sobran motivos para escuchar este disco. Quitando ‘Vinu Minn’, la canción que abre este su segundo álbum, lo normal es que su voz acompañada de una mínima y tímida instrumentación sirva para dejar al oyente hipnotizado (‘Innundir Skinni’, “Crazy Car”...). Suena a folk, a veces parece hasta deliberadamente tradicional (“Jonathan”, ‘Vinkonur’...), evocador y tristón (la pérdida parece ser el tema principal del disco), de ese que pretende conectar con las emociones más íntimas del oyente. Creo que lo consigue.
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