Los de Nottingham son de lo mejorcito de los años noventa. Su pop orquestal de café teatro se coló elegantemente en el mercado discográfico y de la mano de sus imitadores crearon una pequeña corriente en la que el jazz y el soul eran los ingrediente principales. Gracias al barítono Stuart Staples la palabra “crooner” empezó a estar en boca de todos. Fueron entregando una serie de obras maestras hasta que llegó el punto crítico en el que el seguidor del grupo no les deja cambiar y al mismo tiempo deja de seguirlos porque se aburre al estar escuchando siempre más de lo mismo. De este modo se fueron diluyendo hasta que desaparecieron sin que apenas nadie notara su ausencia.
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En principio recibí con alegría la noticia de un nuevo disco de TINDERSTICKS, aunque me temo que no lo escucharé mucho. Todas las canciones son correctas, hasta un par de ellas son buenas (“Yesterday Tomorrows” y “Boobar”). No es ese el problema, el problema es que les quiero, pero ya no hay pasión.
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