Un clásico: El "30 años de éxitos" (1986) de LOS TOREROS MUERTOS.

Suele ocurrir que los grupos que utilizan el humor como ingrediente de su música no son tomados en serio, un grave error que se comete, por ejemplo, con LOS TOREROS MUERTOS. Podemos considerar a Pablo Carbonell un bufón o un esperpento (en la acepción dada por Valle-Inclán) de Johnny Rotten. Sus letras pueden ser reídas como meros chistes, pero también pueden ser interpretadas como una caricatura de los héroes de la fiesta nacional (“los toreros muertos”), un atentado punk al orden establecido (“DNI”, “soy un animal” o “mi agüita amarilla”), un ataque ácrata a instituciones como la Monarquía (“bum bum 1789”) o la familia (“hoy es domingo”), himnos de la revolución proletaria (“necesito un avalista”)... Y para desconcertar “dejadme llorar”.

En la composición la variedad de tonos no es menor: LOS TOREROS MUERTOS se enfrentan con talento a un cóctel de influencias que va desde el “ska” al pasodoble, del rock big band con aires New Orleans a la música clásica o del twist al tropicalismo, todo ello con una plantilla de más de 15 músicos entre violinistas, saxos y clarinetes... Lo dicho, cosa seria.