COCOROSIE – Grey Oceans

Con sus dos primeros discos, las hermanas Casady se ganaron a los indies más “intelectuales” y a la crítica especializada convirtiéndose en ese tipo de grupos que se ensalzan a los cuatro vientos para conseguir el respeto de los demás. Como suele ser habitual, cuando el número de seguidores de COCOROSIE fue lo suficientemente abultado como para que no hubiera nada de distinción en ello, esos mismos indies y críticos sacaron el hacha para “desenmascarar” a Bianca y Sierra transformando sus virtudes de antaño (experimentación, universo propio, lirismo...) en defectos (rareza sin sentido, frikismo guay, artificialidad...). Me parece que la publicación de “Grey Oceans” ha pasado un poco desapercibida, algo que puede ser más beneficioso de lo que parece para la carrera de de COCOROSIE ya que no hay nada mejor que valorar las cosas con mesura: Ni antes eran ángeles venidas del cielo ni ahora son unas taradas pasadas de vueltas.
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Las nuevas canciones son fruto de la colaboración de las Casady con diversos músicos diseminados por el mapa de su gira mundial del 2008, de entre los que destacan el pianista francés Gael Rakotondrabe (providencial en el tema que da nombre al álbum y en “Lemonade”) y el productor argentino Nicolas Kalwill (por lo visto su colección de instrumentos vintage era perfecto para el universo COCOROSIE). Pero no penséis que este es un disco de “músicas del mundo”, porque lo que hacen estas chicas es utilizar sonidos multiculturales reconocibles para lograr resultados totalmente personales, prueba de ello es la enorme “Smokey Taboo”, nada más y nada menos que un rap con bases de tablas orientales. Junto a la clave espacial, para entender Grey Oceans hay que acudir también una clave temporal, pues “el álbum tiene una esencia medieval” declaraban las hermanas para MONDOSONORO. En realidad se podría decir lo mismo que lo que acabo de exponer respecto a los toques étnico/folklóricos, COCOROSIE utilizan su particular máquina del tiempo para terminar componiendo piezas contemporáneas. Así, en “Trinity’s Crying” las líneas de piano sacadas del sótano de una mansión encantada conviven con los arreglos electrónicos y en “Hopscotch” las canciones infantiles de principios del S. XX se yuxtaponen al “Drum and Bass”. Siempre interesantes las COCOROSIE.